La recolección de setas es un proceso muy meticuloso, debido a la amplia variedad existente y su dificultad para diferenciarlas. Además, los micólogos expertos preparan sus cestas, navajas y guantes en busca de los ejemplares más curiosos y suculentos. Se trata de una suma de pautas que cualquiera que busque setas debe tener en cuenta. Desde la Llanega Negra, pasando por los boletus, las amanitas o las Cortinarius, salir en busca del fruto de los hongos es una tarea única.
Con la llegada del otoño, bajan las temperaturas y las lluvias proliferan por toda la Península. En mayor o menor medida, los bosques se empiezan a poblar de setas de todo tipo. El micelio produce el fruto más codiciado por los expertos micólogos, y comienza una de las temporadas más importantes: la recolección. Un momento perfecto para buscar los ejemplares más sabrosos, curiosos y extravagantes, capaces de volver locos a los paladares.
Sin embargo, conforme pasan los meses, el frío se adueña de los prados, bosques y senderos. Algunas heladas aparecen y la vida cada vez es más difícil de encontrar, al menos a simple vista. Dejan de ocupar sus espacios las setas Trompetas, se esconden las setas de prado o los Boletus, y los níscalos ya no son como en otoño. Esto se debe a un descenso brusco de las temperaturas, que ocasiona la desaparición de multitud de ejemplares. No obstante, a pesar del frío, hay una variedad que siempre está ahí para recoger: la Llanega Negra.
Datos importantes sobre la Llanega Negra
La llamada Llanega Negra, Hygrophorus latitabundus, es un hongo de la familia de las Higrophorus que se puede encontrar en ciertas zonas de Cataluña. También se está encontrando por la Comunidad Valenciana y Castilla la Mancha. Cada vez es más común encontrar esta increíble especie a lo largo y ancho de la Península. Su nombre procede de una variante dialectal del catalán antiguo, del verbo “llenegar” o “esllenegar-se”, que significa resbalar (relliscar en catalán). Es así por su característica capucha mucosa, debido a la gran cantidad de mucílago en su parte superior. Esta glicoproteína recorre toda la piel y parte de arriba de la capucha, otorgándole esa textura viscosa tan característica.
No es común ver ejemplares que superen los 15 cm de altura, y también se caracteriza por tener el centro de la capucha de color negro u oscuro. Además, se trata de una especie un tanto pejiguera con la ubicación, ya que aparece exclusivamente en terrenos calcáreos, cerca de pinares. Evidentemente, como hemos comentado, aparece en otoño e invierno, especialmente en los años con más lluvia.
¿Cómo encontrar la Llanega Negra?
Lo primero que se debe tener en cuenta para buscar este preciado producto es que, casi siempre, se tendrá que esperar a que las temperaturas desciendan. Hablamos de una variedad casi invernal, acostumbrada a ambientes muy fríos y con abundantes precipitaciones. Desde septiembre u octubre, hasta diciembre o enero en las zonas con más de 1000 m de altitud, y siempre en zonas calcáreas ya que es su hábitat perfecto.
La Llanega Negra adora los terrenos alcalinos, preferiblemente superiores a pH 7. Además, para detectar lugares donde puede proliferar esta seta, lo mejor será fijarse en algunas especies vegetales.
- Pinares: siempre que nos encontremos con ejemplares de pinos; rojo, silvestre o blanco entre otros, es un signo indicativo de que podemos estar cerca de las mocosas.
- Boj: este común arbusto originario de Europa disfruta mucho de los terrenos calcáreos, y es una señal de que la seta puede estar presente en la tierra.
- Romero: esta planta aromática tan típica de España es habitual encontrarla en casi cualquier monte o bosque. Además, su presencia puede servir de aviso para los micólogos en busca de Llanegas negras.
Es muy importante buscar en zonas cercanas a los arroyos o canales. La presencia de agua aumenta la humedad, y con ello, la posibilidad de encontrar el preciado tesoro.
¿Es posible confundir la Llanega con otra seta?
Su forma es bastante común; ligeramente ovalada, de tamaño medio, un color suave tirando a tonos marrones y oscuros y un pie blanco. Sin embargo, las características particulares de este ejemplar lo hacen muy difícil de confundir con otras especies venenosas. Tiene bastantes parecidos con otras setas no tóxicas, como la Hygrophorus personii. En contraposición, esta especie es común en los encinares y en terrenos ácidos, por lo que la confusión sería extremadamente rara.
La Llanega Negra comparte hábitat con otras setas: la lengua de vaca, el camagroc, la amanita ovoidea o el níscalo entre muchos otros. Cada ejemplar es distinto, y la posibilidad de equivocarse es mínima, salvo que no conozcas ninguna variedad o seas muy nuevo. Por esta razón, los micólogos siempre recomiendan ir acompañado de alguien con más experiencia, y portar un libro con fotografías de las diversas variedades de cada zona.
¿Cómo es este ejemplar en la cocina?
Sería muy raro que los micólogos de todo el país buscaran esta seta tan característica si no fuese un verdadero manjar. Se trata de un producto excepcional para cualquier tipo de comida: con una tortilla, a la plancha o brasa, salteada con otras verduras, etcétera. Sin embargo, donde mejor casa es en un buen guiso, con carne y otras verduras de acompañamiento.
Es, sin duda, en las elaboraciones de larga cocción donde más sabor se le va a sacar. Ahora sí, es fundamental eliminar la mucosidad de todo el cuerpo con un poco de agua, ya que puede amargar el plato por completo. Un ejemplar con marca España, de gran calidad gastronómica y muy valorado por todos los micólogos.