La recolección de setas es una actividad saludable, divertida y que ha ido pasando de padres a hijos a lo largo de las generaciones. Sin embargo, lo que en un principio es un inocente y agradable paseo por el bosque buscando las mejores setas comestibles se puede convertir en una intoxicación alimenticia si no tenemos claro la especie de seta que estamos recolectando, por lo que hay que tener sumo cuidado a la hora de llevarse a la boca cualquier ejemplar que no haya sido identificado a la perfección.
Como dice el famoso refrán micológico: “Todas las setas se pueden comer, pero la mayoría solo una vez”. De hecho, se calcula que se han descubierto entre 200.000 y 400.000 hongos en el planeta Tierra, de los cuales tan solo 2000 son aptos para el consumo humano. Para más inri, muchas especies venenosas son similares morfológicamente a otros ejemplares comunes, por lo que es posible que hasta el recolector más avanzado cometa un error.
En España hay entre 300 y 400 casos de intoxicación por setas silvestres cada año, la mayoría de veces debido a que gente inexperta se lanza a la búsqueda de estos alimentos sin los conocimientos previos. El mejor consejo que dan los micólogos es que, en caso de duda, se deje la seta donde estaba.
Síntomas de una intoxicación por setas
La gravedad de la intoxicación depende de dos factores fundamentales: la especie de seta y el lugar de recolección. En nuestro país, el 95% de las intoxicaciones que se producen las provoca la Amanita Phalloide (o seta mortal, como se suele conocer), debido a su tremendo parecido con otras especies comestibles.
Si has consumido setas silvestres y en las horas siguientes comienzas a encontrarte mal (los primeros síntomas siempre son dolores abdominales y vómitos), debes ir al hospital inmediatamente. Mucha gente ha dejado pasar el tiempo pensando que los dolores pasarían (y muchas veces es así), pero esto ha provocado la mayoría de infecciones hepáticas, renales y, en ocasiones, la muerte.
Una intoxicación por setas puede generar multitud de reacciones en el cuerpo humano. Entre los síntomas de que has consumido hongos venenosos se encuentran los siguientes:
- Náuseas y vómitos
- Dolor abdominal
- Diarrea
- Mareos
- Espasmos en los músculos
- Excesiva sudoración
- Problemas visuales
- Taquicardias
- Estado de desorientación y confusión
Tipos de intoxicación por setas
En cuanto a los tipos de intoxicación, se pueden dividir según su latencia:
Latencia breve
Se considera una intoxicación de latencia breve cuando han pasado menos de 6 horas entre la consumición de la seta y la aparición de los primeros síntomas. Es la intoxicación menos grave, ya que podemos detectarla a tiempo y acudir al hospital con los mínimos daños posibles.
Latencia tardía
La latencia tardía es la más complicada de tratar. Los síntomas aparecen después de, mínimo, 8 horas del consumo de los alimentos, por lo que el cuerpo ha sufrido sus efectos negativos durante más tiempo. En este caso, el tiempo es la variable fundamental, ya que, cuanto antes acudamos al hospital, antes nos darán el medicamento pertinente y sufriremos menos daños internos. En los casos más graves, si no se detecta o trata a tiempo, se puede producir una insuficiencia hepática que puede provocar la necesidad de un trasplante de hígado o incluso la muerte.
Desmintiendo los bulos sobre las setas venenosas
Una de las causas del gran número de intoxicaciones con setas ha sido la cantidad de rumores falsos que se han difundido por Internet:
- Uno de los dichos más comunes se trata de que, si la seta está mordisqueada, se puede comer. Eso es totalmente falso, ya que hay animales que tienen una mayor capacidad de soportar el veneno y otros que, directamente, no sienten sus efectos.
- Tampoco es cierto que si pones una seta en el congelador se desprenderá el veneno y podrá comerse.
- Por último, se ha comentado en muchas ocasiones que si cortas una seta y no cambia de color significa que es comestible, otro bulo completamente falso.
En definitiva, el aspecto y el olor de una seta te ayudará a determinar si es venenosa o no, pero la máxima tiene que quedar clara: si no estás 100% seguro/a de que la especie que has encontrado es comestible, déjala donde está.